El microcrédito y las microfinanzas canalizan recursos financieros y conocimiento a millones de familias pobres en el mundo. Se ha logrado avanzar en varios frentes pero queda mucho más por realizar. Mientras tanto siguen cambiando las circunstancias que hacen de contexto a pequeños y micro productores: la globalización y el propio desarrollo local generan nuevas mezclas de problemas y oportunidades. Se abren diversas opciones y senderos para el microcrédito del siglo XXI. ¿Cuáles elegir? ¿Qué rumbo tomar?
Microcrédito como condición necesaria pero no suficiente
Los problemas de pobreza y subdesarrollo tienen su origen en complejos procesos; no hay una única causa que los explique ni una solución simple para superarlos. Para encarar con efectividad un desafio de esta naturaleza y envergadura habrá que considerar una diversidad de acciones complementarias. Esto sin ignorar lo ya realizado por quienes fueron pioneros; son esas experiencias las que nos permiten considerar una nueva generación de esfuerzos.
El papel del microcrédito sigue siendo crítico dondequiera haya pobreza. Los microcréditos movilizan la capacidad productiva de los pobres, desarrollan su confianza y fortalecen su autoestima al tiempo que promueven la cultura del trabajo; contribuyen a la subsistencia de cientos de millones de familias e irrigan la base del aparato productivo, aunque no logran por sí solos abatir la pobreza, la desigualdad y dar paso a un desarrollo sustentable.
¿Qué se requiere agregar a la práctica actual del microcrédito? Comencemos por reconocer que la economía moderna se va apartando de los sistemas cerrados de subsistencia. Cada vez más los pequeños y micro productores hacen parte, mejor o peor posicionados, de tramas productivas integradas al sistema económico local. Esta articulación de pequeños y micro productores con otros actores económicos se expresa en la compra de insumos y de sencillos equipos, en la adquisición y consumo de bienes y servicios para su subsistencia, en la venta de lo que producen directamente al mercado local o a diversas instancias de intermediación. Estas relaciones económicas están mediatizadas por los precios de compra y de venta que cada productor enfrenta; esto es, por las relaciones de intercambio que logra establecer con los actores con los que se vincula. Los resultados que obtiene están así condicionados por su posicionamiento en una determinada tramas productiva y las relaciones de intercambio que logra establecer en base a contactos, capacidad de producción, vulnerabilidad financiera y los conocimientos e información que el pequeño productor maneja.
Si el pequeño productor hiciese parte de una trama productiva posicionada en una promisoria cadena de valor y si su articulación con otros actores estuviese asentada en relaciones de intercambio favorables, entonces sería posible que ese pequeño productor pudiese ir paso a paso creciendo, capitalizando su emprendimiento y asegurándose mejores niveles de vida. Si, en cambio, como sucede en muchos casos, los pequeños y micro productores ocupasen posiciones marginales en tramas productivas insertas en sectores poco promisorios y si, además, por su escaso poder de negociación individual estuviesen sometidos a muy desfavorables relaciones de intercambio, entonces su situación sería muy adversa, con pocas probabilidades de mejorar condiciones de vida y de producción.
El microcrédito puede quedar a medio camino si no llegase a ser capaz de transformar las condiciones de vida de quienes lo reciben o si los progresos fuesen tan lentos y marginales que no se compadeciesen con los tiempos sociales y políticos de quienes siguen viviendo en la pobreza. Su efectividad se incrementaría si fuese complementado con otras iniciativas para mejorar la articulación de pequeños y micro productores con el resto del sistema económico local. Esto facilitaría su acceso a senderos de desarrollo sustentable.
Construyendo senderos de desarrollo sustentable
¿Cómo entonces crear un entorno favorable para los pequeños y micro productores y mejorar su articulación con el sistema económico del cual son parte? ¿Cuáles son los factores que condicionan el éxito o el fracaso de este propósito?.
Son múltiples los factores condicionantes como diversas las circunstancias que determinan la singularidad de cada situación. Factores críticos incluyen acceder al conocimiento necesario para desenvolverse en el mundo contemporáneo, disponer de información sobre buenas oportunidades, contar con la capacidad para poder aprovecharlas y tener acceso a un entorno económico y social favorable..
Las economías son hoy cada vez más conocimiento dependientes. Constantemente se abren en los mercados oportunidades a las que no es posible acceder sin el conocimiento necesario para abordarlas. Lo grave es que se agiganta con el tiempo la brecha de conocimientos que ya existe entre las economías centrales y la mayoría de los países del Hemisferio Sur, así como la brecha que también se da al interior de nuestros países entre sectores sociales. Los más necesitados quedan así aún más rezagados por su limitado acceso al conocimiento, lo que agrava la ya de por sí explosiva situación.. Paradojalmente, la moderna tecnología informática y de comunicaciones puede democratizar el acceso al conocimiento pero ese acceso necesita ser fuertemente alentado y promovido para llegar a materializarse. Se trata que pequeños y micro productores accedan a un conocimiento de excelencia adaptado a las condiciones locales, no tan sólo al conocimiento residual o de descarte. De ahí la necesidad de trabajar coordinadamente con el sistema educativo formal e informal, así como con quienes lideran cadenas productivas y la entera comunidad científica y tecnológica del país. Es en este frente de trabajo donde se juega buena parte del futuro de nuestros pueblos
Disponer de información sobre oportunidades económicas no es sencillo aunque cada vez existen más fuentes y modalidades para conocerlas. Sin embargo, disponer de información es un primer paso y poder aprovechar las oportunidades es otro cantar mucho más complejo. Para posibilitarlo es necesario adoptar medidas a diversos niveles, entre otras: (i) políticas macroeconómicas que favorezcan a los sectores de bajos ingresos y, en particular, a los pequeños productores, (ii) iniciativas mesoeconómicas que faciliten una mejor articulación de los pequeños productores con promisorias cadenas de valor y (iii) acciones directas de promoción de los pequeños y micro productores.
Mejorando el entorno: políticas macroeconómicas en apoyo a la base de la pirámide socio-económica.
Es que la lucha contra la pobreza no puede limitarse a establecer un “programa” específico para abatirla; para ser efectiva, debe alinear en su favor las políticas públicas y comprometer voluntades del sector privado y de la sociedad civil. Una primera medida es adoptar políticas macroeconómicas que permitan movilizar la base de la pirámide socioeconómica. Entre las principales de estas políticas está el gasto público que incluye una diversidad de rubros, como financiar el acceso del pequeño y micro productor al mejor conocimiento contemporáneo disponible así como a moderna infraestructura social (educación, salud, seguridad, vivienda) y productiva (comiunicación, caminos, energía, riego). El gasto público nacional, provincial y municipal es el instrumento por excelencia para financiar esas obras y servicios: según cómo sea asignado favorecerá en mayor o menor medida el entorno social y productivo en el que se desenvuelven los sectores de la base de la pirámide socio-económica.
De igual importancia es la política fiscal porque una estructura impositiva regresiva, como predomina en la mayoría de los países del Hemisferio Sur, extrae proporcionalmente más recursos de aquéllos que menos tienen. La economía ofrece a los políticos y a los sectores privilegiados sutiles mecanismos regresivos de redistribución de ingresos que no se animarían a proclamar abiertamente.
En cuanto a política monetaria son los sectores de bajos ingresos los más interesados en asegurar la estabilidad de precios y un acceso apropiado al crédito institucional. Los períodos de alta inflación terminan castigando desproporcionadamente a los pequeños productores y, cuando no disponen de crédito institucional, quedan a merced de prestamistas informales que pueden aplicar tasas y condiciones crediticias extremadamente severas.
De este modo, mejorar el entorno económico en el que se desenvuelven los sectores de bajos ingresos alineando la política macroeconómica con sus necesidades e intereses deviene una dimensión crítica para acceder a un sendero de desarrollo sustentable.
Mejorando las relaciones de intercambio de pequeños y micro productores
Como se indicó, los pequeños y micros productores suelen insertarse en tramas productivas y nichos de mercado de los que logran muy bajos ingresos. Esa vulnerabilidad estructural está en la base de su pobreza y rezago. ¿Cómo encararla entonces? Son varias las formas ya que no hay recetas; en todas ellas habrá que trabajar sobre cómo (i) incorporar aceleradamente conocimiento, (ii) mejorar productividades y la capitalización de las pequeñas unidades, (iii) negociar mejores precios y asistencia tecnológica de quienes lideran tramas productivas a través de programas para proveedores y distribuidores, (iv) integrar pequeños productores en organizaciones económicas de porte medio capaces de acceder a mejores umbrales de oportunidades (para ello existe ingeniería de negocios como son los sistemas de franquicias, los consorcios de exportación, las centrales de servicios, ciertas agroindustrias, entre otras modalidades).
El tema de las relaciones de intercambio es complejo porque en él se mezclan condiciones de competencia entre redes económicas y otras ligadas a la voluntad de los actores. Si mejoras en las relaciones de intercambio con pequeños y micro productores descolocasen en precios, calidades o tiempos a las empresas que las facilitan, entonces será difícil materializarlas. Pero las más de las veces esas mejoras no afectan la viabilidad de las cadenas de valor porque, si son bien trabajadas, se traducen en aumentos de productividad de los pequeños productores y expansión del mercado interno que terminan generando mejores resultados para todos. Es el campo relativamente poco explorado de la mesoeconomía.
Los eventuales mejores ingresos del pequeño productor tendrán un doble destino: por un lado atender necesidades básicas familiares represadas y, por otro, capitalizar a las pequeñas unidades. Para posibilitar esto último –la crucial formación de capital en la base de la pirámide socio-económica- se requieren muy divesos apoyos entre los que me atrevo a destacar dos: el sistema educativo y la comunidad científica y tecnológica que pueden contribuir acercando conocimiento tecnológico y de gestión de procesos, y un segmento del mercado de capitales y del sistema financiero proveyendo los recursos necesarios para adquiirir equipamiento y reforzar el capital de trabajo.
Las empresas líderes de cadenas de valor tienen a su vez un rol protagónico: les toca ejercer mayor responsabilidad mesoeconómica, lo que significa considerar los efectos secundarios de sus propias decisiones empresariales en los pequeños y micro productores. Esto es, al considerar nuevos proyectos y las modalidades para llevarlos a cabo valdría escoger aquellas opciones que, al tiempo de posibilitarles alcanzar los objetivos perseguidos, maximicen el impacto positivo en los demás actores que hacen parte de su trama productiva y de su comunidad.
Nuevas instituciones para apoyar el cambio de rumbo
Para facilitar esta búsqueda de nuevos senderos de desarrollo se requiere de un sistema de apoyo semejante, pero no igual, al que existe en los países afluentes. Un sistema que aliente y acompañe todo el desarrollo del esfuerzo emprendedor. Se trata de dar paso a instituciones de nuevo cuño que complementen el microcrédito que reciben los pequeños productores con iniciativas que los orienten hacia sectores promisorios; esto es, promoviendo emprendimientos económicos que, actuando como catalizadores, traccionen en su crecimiento a una red de pequeños proveedores, distribuidores o compradores de sus productos. Nuevas unidades de porte medio capaces de acceder a buenas oportunidades y sepan combinar eficacia operativa y justicia distributiva.
Se trata de una batería de instrumentos locales de promoción que se complementan unos a otros: saben operar en los mercados contemporaneos pero con un mandato explícito de apoyar emprendimientos que en definitiva ayuden a la base de la pirámide socioeconómica. Esta generación de instituciones económicas incluye las desarrolladoras de emprendimientos productivoss, las redes de inversores ángeles social y ambientalmente responsables y los fondos de apoyo a la inversión productiva, todos los cuales hemos venido desarrollando en números anteriores de Opinión Sur.
Roberto Sansón Mizrahi
Junio 2008
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