En una crisis se pone a prueba no sólo el temple, la resiliencia, la capacidad de cada quien para sobreponerse a la adversidad, sino también nuestros valores, el espíritu gregario y la solidaridad con los demás. Con la crisis hay una mayoría que pierde y una minoría que gana porque puede y sabe aprovechar las circunstancias que la propia crisis genera. Entre los que pierden predominan sectores medios y pobres, aunque no todos sufren por igual. Crece la indigencia, la desnutrición, el hacinamiento, la inseguridad; caen redes de contención, la escolaridad. Aparecen “nuevos pobres”, sectores medios que se deslizan hacia la escasez. Grandes mayorías se sienten ignoradas, castigadas, por una sociedad crispada y atemorizada. Frente a ello, ¿cómo reaccionan los sectores menos afectados por la crisis? Algunos con mezquindad, otros dignamente. Están los que lucran con la crisis a expensas del dolor ajeno; también los que sólo pugnan por su propia salvación pisoteando a quienes haya que pisotear para salir indemne; otros protegen lo suyo pero procuran también ayudar a los más afectados; aún en la crisis trabajan por un desarrollo con justicia. Los que lucran con el dolor ajeno se aprovechan sin remordimiento de la debilidad de los otros para apropiarse de sus activos u obtener mayores resultados. La mezquindad está con ellos y los afectados son tan sólo presas. No cabe en su ánimo ayudar; desde su perspectiva ética, ¿porqué habrían de hacerlo? Hay personas afluentes que en épocas de bonanza desarrollan acciones filantrópicas pero frente a una crisis eliminan sus contribuciones a proyectos sociales o causas justas que pasan a ser su primera variable de ajuste. Expresan así el poco valor que le asignan y la frágil lealtad que profesan a esas causas que en época de abundancia alardeaban de sostener. Lo doloroso es que, a pesar de la crisis, su nivel de vida no cambia drástica sino marginalmente; ajustan sus gastos pero no desaparece su esparcimiento, sus viajes, segundas residencias, membresías, el consumo superfluo.
Roberto Sansón Mizrahi
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