La administración Obama y varios gobiernos europeos vuelcan enormes recursos para reactivar la producción a través de dos principales mecanismos: financiar obra pública y recuperar el flujo crediticio. Con ello ayudan a movilizar el aparato productivo para aminorar la caída y comenzar la recuperación. El consumo interno también se mantiene como motor del crecimiento aunque, por aquel ajuste en la productividad del trabajo y la fuerte contención salarial, a tasas más reducidas.
¿Qué resulta de este tipo de medidas? Como la sabiduría popular afirma, la trampa está siempre en los detalles. En este caso, en determinar qué obra pública se financia porque, si bien cualquier obra pública tiende a reactivar, no todas tienen el mismo impacto en el empleo ni los mismos efectos multiplicadores. Esto dependerá del tipo de obra pública que se financie, la tecnología más o menos intensiva en trabajo que se utilice y quiénes sean en definitiva los contratistas y proveedores que las ejecuten. Cada obra pública satisface diferentes objetivos, sirve a diferentes segmentos poblacionales y promueve diferentes nodos de acumulación (quiénes acumulan y, en consecuencia, tienen mejores condiciones para crecer).
Por su parte, el esfuerzo de recuperar el flujo crediticio abre la oportunidad de alterar en alguna medida su composición (quiénes se benefician con él). Las primeras medidas de emergencia financiera han privilegiado el rescate de grandes corporaciones (siendo General Motors el caso más emblemático); habrá que ver si esta tendencia se mantiene o si, por el contrario, se producirá una recomposición de la oferta crediticia que permita reducir la concentración ofreciendo mayor atención a la pequeña y mediana producción.
Si la obra pública lograse absorber el empleo que deja inactivo la estructura productiva ahora menos intensiva en fuerza de trabajo y si volviese a fluir el crédito en la medida y en la composición requerida por la actividad productiva, entonces en el transcurso de la recuperación se podrán lograr mejores resultados corporativos y un más pleno nivel de ocupación. Si así no curriese, los resultados se tornarían negativos tanto en términos de empleo como de una mayor concentración económica.
Roberto Sansón Mizrahi
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