La crisis global ha dejado un tendal de heridos y muertos, no sólo en los países centrales que la generaron sino también en Grecia, Islandia y otros países europeos relativamente más vulnerables; también ha golpeado a casi todos nuestros países del Hemisferio Sur. Por el contrario, la crisis consolidó la emergencia de enormes economías hasta hace poco no centrales, como China, India y Brasil, que se fueron posicionando en la economía global de modo de absorber en su beneficio parte de los efectos del proceso concentrador.
Tamaño impacto consternó a quienes lideraban y se privilegiaban con el orden global pre-existente porque, con fundadas razones, vieron peligrar su situación de privilegio. Frente a la amenaza actuaron con vigor y determinación de la única forma que era esperable que reaccionaran: intentando reconstruir el orden de pre-crisis. Esto es, cambiar tan sólo lo que fuese imprescindible para sortear el huracán y confiar que, con el regreso de la calma, el acontecer internacional retornaría por sus medios y propia dinámica económica a sus canales anteriores. ¿Por qué habrían de transformar esa dinámica si crecieron a su amparo? Sólo sus más lúcidos estadistas han sugerido cambios más profundos de modo de asegurar sustentabilidad y seguridad de mediano plazo al desarrollo global; cambios que implican ajustar el rumbo y el funcionamiento sistémico abatiendo groseras desigualdades entre países y al interior de los países, y saliendo al cruce del deterioro ambiental.
Es un desafío enorme porque habrá que transformar una dinámica geopolítica y socioeconómica profundamente enraizada en la realidad contemporánea. Queda claro que mientras no prevalezca a nivel global una esclarecida voluntad de cambio, les tocará a los países y sectores perjudicados liderar los esfuerzos que conduzcan a materializar la transformación. Habrá que cerrar la brecha de ingresos y conocimientos, agrupándonos para acceder a mejores oportunidades y, en esa marcha, tomar permanente iniciativa bien munidos de valores de responsabilidad, solidaridad y creatividad.
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