Algunos consideran que la pobreza y la indigencia hacen parte de la orografía social y están ahí para quedarse. Otros pensamos que por razones éticas, políticas, económicas y sociales deben y pueden ser eliminadas. Eso sí, para abatirlas se necesita dedicar un esfuerzo comprehensivo y de largo aliento pero que comience ya.
La solución de fondo pasa por integrar las familias pobres e indigentes a la comunidad de la que son parte, con los mismos beneficios, derechos y obligaciones que los demás sectores sociales; incluyendo participar de actividades productivas sustentables y acceder a los sistemas de educación, salud y seguridad social existentes. Si bien difícil de lograr, este objetivo sirve de referencia para enrumbar esfuerzos y descartar aquello que sólo termine reproduciendo las duras circunstancias de la pobreza e indigencia.
Muchas veces las acciones con pobres e indigentes apuntan a paliar sus necesidades y carencias, lo cual en el mejor de los casos es logrado solo parcialmente. Es verdad que la pobreza y la indigencia constituyen situaciones de emergencia que no admiten dilaciones pero aun en emergencia es posible concebir soluciones que transformen las condiciones que hacen que la pobreza e indigencia se reproduzcan y perpetúen.
Casi todos los programas orientados a encarar la pobreza e indigencia incluyen algún tipo de subsidios. Una opción es dedicar esos recursos a cubrir carencias inmediatas y otra muy distinta es, además, financiar una transición económica, psicológica y socio-organizativa. En esta perspectiva, parte de la capacitación, asistencia y financiamiento se dedica a movilizar la población pobre e indigente para que pueda emplearse o realizar actividades por cuenta propia. Bien encarados, los programas para abatir pobreza e indigencia pueden ayudar no sólo a adquirir capacidades laborales sino también a insertarse productivamente en actividades sustentables. Mal concebidos, los programas de ayuda pueden hacer daño porque, sin proponérselo, instalan una cultura clientelista de recibir sin participar en soluciones que apunten a cambiar la situación carencial.
Roberto Sansón Mizrahi
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