En la actual coyuntura global “ajuste” y “transformación” representan muy distintas opciones socioeconómicas. El “ajuste” aplicado por los países europeos se centra en restaurar la dinámica de pre-crisis mientras que otros países procuran transformar la dinámica generadora de la concentración económica contemporánea. Es un espacio conocido el del “ajuste”; en cambio son trayectorias diversas y en proceso de construcción las de la transformación.
Por otra parte, una cierta confusión en el uso de los términos “ajustar” y “transformar” afecta la cabal comprensión de las implicaciones asociadas con tan diferentes visiones. Ocurre que las circunstancias políticas y sociales pueden cargar de nueva significación a ciertas palabras. Así, por ejemplo, cuando una situación se torna insostenible y se impone encarar otro curso de acción, se señala que es necesario un ajuste de rumbo. Pero lo que en verdad importa es si ese ajuste será restaurador o transformador de las circunstancias que generaron los problemas y la inestabilidad que se procura resolver.
Es que a partir del Consenso de Washington para los países del Hemisferio Sur y de la gran crisis contemporánea para Estados Unidos y los países europeos, “el ajuste” se ha asociado con una cierta política socioeconómica: aquella que encara las crisis centrándose en reducir el gasto público y el fuerte endeudamiento del Estado. En ese enfoque, nivelar las cuentas públicas restablecería el “normal” funcionamiento económico, si bien con un inmenso costo social. Desde ahí resurgiría el crecimiento y se retornaría a la plena vigencia y operación de los mercados como ordenadores de las millones de decisiones que se toman cotidianamente en todos los rincones del país y del planeta. Quienes detentan el poder de decisión procuran con estas medidas evitar el colapso de una cierta forma de funcionar y, con ella, de los intereses que la han sostenido y motorizado, en particular, del capital financiero. Poco preocupa que la dinámica económica prevaleciente hubiese generado una tremenda concentración de la riqueza y, por ende, una también enorme desigualdad.
.
Roberto Sansón Mizrahi
© copyright Opinión Sur, 2012
http://www.opinionsur.org.ar
Comentarios recientes