Un país para todos

Al rescate de la planetización – Leonardo Boff abril 30, 2018

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 7:16 pm

Este momento es un paso adelante en el proceso de geogénesis. No podemos retroceder y cerrarnos en nuestros límites nacionales con una conciencia disminuida.

 

En el momento presente hay una fuerte confrontación con el proceso de globalización, exacerbada por Donald Trump, que ha reforzado fuertemente “Estados Unidos en primer lugar”, o mejor dicho, “solo Estados Unidos”. Promueve una guerra contra las corporaciones globalizadas en favor de las corporaciones dentro de Estados Unidos.

Es importante entender que se trata de una lucha contra los grandes conglomerados económico-financieros que controlan gran parte de la riqueza mundial, en manos de un número pequeñísimo de personas. Según J. Stiglitz, premio Nobel de economía, tenemos un 1% de multimillonarios contra un 99% de dependientes y empobrecidos.

Este tipo de globalización es de carácter económico-financiero, dinosáurica; al decir de Edgar Morin, la fase de hierro de la globalización. Pero la globalización es más que la economía. Se trata de un proceso irreversible, una nueva etapa de la evolución de la Tierra a partir del momento en que la descubrimos viéndola desde afuera, como nos lo comunicaron los astronautas desde sus naves espaciales. Ahí quedó claro que Tierra y Humanidad forman una única entidad compleja.

El testimonio del astronauta estadounidense John W. Young, en el quinto viaje a la luna el 16 de abril de 1972, es impactante: «Abajo está la Tierra, el planeta azul-blanco, bellísimo, resplandeciente, nuestra patria humana. Desde aquí puedo meter la luna en la palma de mi mano. Desde esta perspectiva no hay blancos ni negros en ella, ni divisiones entre Oriente y Occidente, comunistas y capitalistas, norte y sur. Todos formamos una sola Tierra. Tenemos que aprender a amar a este planeta del cual somos parte».

A partir de esta experiencia se vuelven proféticas y provocadoras las palabras de Pierre Teilhard de Chardin ya en 1933: «La edad de las naciones ha pasado. Si no queremos morir, es el momento de sacudirnos los viejos prejuicios y construir la Tierra. La Tierra no será consciente de sí misma por ningún otro medio sino por una crisis de conversión y de transformación». Esta crisis se ha instalado en nuestras mentes: ahora somos responsables de la única Casa Común que tenemos. Y hemos inventado los medios para nuestra propia autodestrucción, lo que aumenta aún más nuestra responsabilidad sobre todo el planeta.

Si nos fijamos bien, esta toma de conciencia irrumpió en los albores del siglo XVI, precisamente en 1521, cuando Magallanes dio la vuelta por primera al globo terrestre, comprobando empíricamente que la Tierra es redonda y que podemos llegar a ella desde cualquier punto donde estemos.

Inicialmente la globalización se llevó a cabo en forma de occidentalización del mundo. Europa comenzó la aventura colonial e imperialista de conquista y dominación de todas las tierras descubiertas y por descubrir, puestas al servicio de los intereses europeos corporificados en la voluntad de poder que bien podemos traducir como voluntad de enriquecimiento ilimitado, imposición de la cultura blanca, de sus formas políticas y de su religión cristiana.

Desde las víctimas de este proceso, esta aventura se hizo bajo una gran violencia, con genocidios, etnocidios y ecocidios. Ella significó para la mayoría de los pueblos un trauma y una tragedia, cuyas consecuencias se dejan sentir hasta hoy en día, también entre nosotros que hemos sido colonizados, que introdujimos la esclavitud y nos rendimos a las grandes potencias imperialistas.

Hoy tenemos que rescatar el sentido positivo y esencial de la palabra planetización, palabra mejor que globalización, debido a su connotación económica. El 22 de abril de 2009 las Naciones Unidas oficializaron la nomenclatura Madre Tierra para darle un sentido de algo vivo que debe ser respetado y venerado como hacemos con nuestras madres. El papa Francisco divulgó la expresión Casa Común para mostrar la profunda unidad de la especie humana que habita en un mismo espacio común.

Este momento es un paso adelante en el proceso de geogénesis. No podemos retroceder y cerrarnos, como pretende Trump, en nuestros límites nacionales con una conciencia disminuida. Tenemos que adecuarnos a este nuevo paso que la Tierra ha dado, este super organismo vivo, según la tesis de Gaia. Nosotros somos el momento de conciencia y de inteligencia de la Tierra. Por eso somos la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera. Somos los únicos seres de la naturaleza cuya misión ética es cuidar de esta herencia sagrada, hacer que sea un hogar habitable para nosotros y para toda la comunidad de vida.

No estamos correspondiendo a este llamamiento de la propia Tierra. Por eso tenemos que despertar y asumir esta noble misión de construir la planetización.

 

La utopía del Fideicomiso Dignidad – Roberto Sansón Mizrahi 

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 7:07 pm

¿Quiénes concentran riquezas y el consecuente poder decisional estarán dispuestos a ceder sus privilegios graciosamente? ¿Lo harían si entendiesen que la humanidad ha sido encajonada en un callejón sin salida de imprevisibles consecuencias? ¿Podría alguna vez primar una responsabilidad existencial alejada de la codicia sin fin, el destructivo egoísmo, el permanente maltrato al Planeta?

El mes pasado nos dirigimos a los ocho hombres cuyos patrimonios igualan el patrimonio de 3600 millones de personas del planeta preguntando si estarían abiertos a aportar una parte significativa de sus activos a un Fideicomiso Dignidad orientado a sostener la dignidad de esa enorme mayoría de la humanidad y a asegurar la preservación del planeta.

Estábamos y estamos conscientes que la probabilidad de ser escuchados es mínima o nula. ¿Dónde se ha visto que quienes concentran riquezas y el consecuente poder decisional estén dispuestos a ceder sus privilegios graciosamente? ¿Lo harían si entendiesen que la humanidad ha sido encajonada en un callejón sin salida de imprevisibles consecuencias? ¿Podría alguna vez primar una responsabilidad existencial alejada de la codicia sin fin, el destructivo egoísmo, el permanente maltrato al Planeta? Quizás ayudase si liderazgos con credibilidad convocasen a diálogos donde ésta u otras iniciativas con similares propósitos pudieran ser consideradas.

Vale explicitar que el propuesto Fideicomiso Dignidad no apunta a demoler la realidad existente sino transformarla en base a otro tipo de dinámica económica bien diferente a la que predomina en el mundo contemporáneo. Sus implicaciones serían múltiples.

Destaquemos algunos de los más significativos rasgos de la iniciativa:

  • Su propósito fundacional es defender la dignidad de la mitad más pobre de la población mundial y la preservación del planeta.
  • Esto se plantea sin destruir entramados productivos existentes sino transformando su sentido y significación a través de transferir la propiedad de activos estratégicos (acciones y títulos diversos) al Fideicomiso Dignidad. Esto ayudaría a transformar la racionalidad de maximizar el lucro sin considerar sus consecuencias sociales y ambientales que hoy guía y organiza el accionar económico.
  • Los activos transferidos al Fideicomiso Dignidad generarían un flujo permanente de recursos que se aplicarían para respaldar múltiples iniciativas específicas en apoyo a los sectores empobrecidos de la población mundial y al cuidado del planeta.
  • La estructura de propiedad y la gobernanza del Fideicomiso se establecerían de modo de asegurar la permanente vigencia del mandato por el que fuere conformado.
  • No sería necesario ni conveniente generar una burocracia administrativa ya que el cambio de orientación y funcionamiento a nivel del Fideicomiso Dignidad y de las iniciativas que se apoyarían podría lograrse con la designación de probos representantes en los Consejos Directivos de las empresas, fondos de inversión, holdings y otros activos que les fueran transferidos. Su desempeño y el de las iniciativas auspiciadas debería ser supervisado en tiempo real con un apropiado sistema de seguimiento y monitoreo.
  • Estos representantes tendrían el ineludible mandato de hacer valer los objetivos del Fideicomiso Dignidad en el funcionamiento de las entidades en cuyos Consejos Directivos participan. Es ésta una crítica función para dar paso a actores económicos de nuevo cuño, algunos novedosos en cuanto a concepción y estructuración y otros surgidos de actores existentes pero transformados sus propósitos, estructuras de propiedad y racionalidad.
  • Es que ya no resiste el mundo que la producción y la economía como un todo se organicen en función de maximizar el lucro de una exigua minoría que deviene cada vez más rentista y especulativa. Un crítico desafío de este siglo XXI es subordinar la economía al bienestar general y el cuidado del planeta y, en ese sentido, el establecimiento de un Fideicomiso Dignidad (o varios si fuera el caso) constituiría un avance significativo en esa dirección.
  • El grupo inicial de aportantes al Fideicomiso podría conformarse como Consejo Asesor para promover que se sumen otros aportantes que ellos ayudasen a movilizar.
  • Los aportantes al Fideicomiso no sólo contribuirían cediendo activos de sus patrimonios sino además con su talento, creatividad, experiencia y relaciones. No se trata de sólo canalizar recursos sino también esos otros críticos atributos y habilidades.

Este tipo de Fideicomiso con el mandato que se le asigna no agota por sí mismo la necesidad de transformar el rumbo y forma de funcionar de los países pero podría ayudar a explorar nuevos, diferentes, mucho más responsables senderos de desarrollo. Si sirviese para abrir nuevas avenidas de pensamiento y de construcción de mejores opciones, incluso alentando a que otras soluciones más sistémicas pudieran emerger, su misión se hubiese cumplido.

Ya señalamos que nunca antes Opinión Sur se había dirigido a quienes más se han favorecido con los procesos de concentración. Esta invocación a que ejerzan su plena responsabilidad con lo que sucede en el mundo hace pare de una importante aunque descuidada dimensión de las utopías referenciales que venimos planteando. Ojala aquellos que han acumulado enormes riquezas sepan actuar voluntariamente antes que forzados por la naturaleza severamente agredida y las legítimas aunque imprevisibles reacciones de los miles de millones de seres que siguen siendo victimizados económica y culturalmente.

Una reflexión final. Sería ingenuo creer que con el establecimiento de uno o varios Fideicomisos Dignidad habríamos transformado la forma concentradora de funcionar que predomina en casi todos nuestros países. Sin duda esos fideicomisos representarían avances significativos en esa dirección y tienen valor en sí mismos. Sin embargo, su aporte se agigantaría en un contexto de revisión de los mecanismos de extracción de valor que sustentan y reproducen la concentración económica, y su correlato en cuanto a concentración de las decisiones. Para lograrlo, el accionar debiera llevarse a nivel de las políticas públicas y orientarse a transformar aspectos centrales que hacen a la matriz productiva, las cadenas de valor, el sometimiento cultural, la legitimidad de quienes nos representan, la inestabilidad de los sistemas causada por el castigo a la Madre Tierra, las tremendas desigualdades, el libertinaje de la corrupción y la impunidad de los poderosos. Todas cuestiones que permean sobre valores de codicia sin fin, voracidad consumista, destructivos egoísmos, el “qué me importan los demás”. No son pocas las reflexiones sobre el fangoso sustrato del presente devenir; alientan a concebir otras formas de ser y de vivir en sociedad. Somos conscientes que podemos avanzar, sea a pasos largos o cortos. Es en ese contexto de búsqueda que se inscribe la propuesta Fideicomiso dignidad.

 

Initiatives

Filed under: Uncategorized — tutesanchez @ 4:15 pm

Pepe Mujica must-see

A political genius that speaks the language of the people (only in Spanish)

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Nuestro antiguo régimen: Cuando la desigualdad sistémica se torna un régimen de privilegios injustificables Juan Eugenio Corradi 

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 12:00 am

Una crisis grave, un conflicto internacional, una aguda desorganización social, o una pérdida de control unificado sobre los aparatos de poder pueden abrir las puertas a una insurrección general.

El término ancien régimen (antiguo régimen) se refiere al sistema  político de Francia  antes de la Revolución.  Fue el término que los revolucionarios utilizaban para designar a todos los sistemas de gobierno cuyo modelo fuese similar al suyo antes de la revolución de  1789.  Aunque es un concepto básicamente político, tiene una fuerte connotación social y económica.

En primera instancia, nada parece mas distante de la globalización actual que la sociedad francesa del siglo XVIII.  El modo de producción, las clases sociales y el régimen político parecen tan lejanos de nuestros días como un planeta  remoto dista de la tierra.  Y sin embargo, el antiguo régimen y la globalización del siglo XXI muestran una alarmante similitud cuando nos elevamos en el proceso de abstracción y nos ubicamos al nivel de la estructura y la dinámica de sistemas.

En ambos casos, el funcionamiento de la economía y la sociedad produce una desigualdad extrema.  A su vez, la desigualdad producida ni disminuye ni es capaz por si misma de moderarse, sino todo lo contrario.  A los ojos de grandes sectores de la población se muestra un sistema de privilegios que no tiene justificación.

En la antigua Francia muchos críticos formularon un ataque razonado y concertado al sistema vigente.  El mas famoso fue el Abate Sieyès y su ensayo sobre los privilegios, que publicó en vísperas de la Revolución y que se difundió velozmente por toda Europa.  Sieyès resumió sus argumentos en un panfleto que leyó en la convocatoria de los estados generales. Su discurso fue el puntapié inicial del proceso revolucionario.

El panfleto de Sieyès, justamente célebre, se tituló ¿Qué es el Tercer Estado? En su época éste abarcaba a los sectores medios y populares en el campo y la ciudad.  Hoy llamaríamos Tercer Estado a la sociedad civil, es decir a todas las clases de todos los países que están por debajo de una minúscula minoría de privilegiados que acapara la riqueza global.  La desigualdad alcanza hoy niveles tan altos que nuestro Tercer Estado coincide con el 99% de la población frente al 1% que denunció hace algunos años el movimiento Occupy Wall Street y que pude presenciar.  Sieyès comprendería perfectamente a qué se referían los piqueteros de Nueva York y otras ciudades del planeta.  Tan es así que vale citarlo:

“Tan pronto como, a fuerza de trabajo o de ingenio, alguien de la clase común ha conseguido levantar una fortuna digna de envidia; tan pronto como los agentes del fisco, por medios más fáciles, han logrado amontonar tesoros, todas estas riquezas son aspiradas por los privilegiados. Parece como si nuestra desgraciada nación estuviese condenada a trabajar y a empobrecerse sin cesar por la clase privilegiada.

Inútilmente la agricultura, la industria, el comercio y todas las artes reclaman para sostenerse, para engrandecerse, para la prosperidad pública, una parte de los capitales inmensos que han contribuido a formar; los privilegiados devoran capitales y hombres; todo está destinado, sin retorno posible, a la esterilidad privilegiada.

El tema de los privilegios es inagotable, como los prejuicios que conspiran para sostenerlos. Pero dejemos este tema y ahorremos las reflexiones que inspira. Llegará un día en que nuestros descendientes, indignados, queden estupefactos ante la lectura de nuestra historia y den a esta inconcebible demencia el nombre que merece. Hemos visto en nuestra juventud cómo algunos escritores se distinguían atacando valerosamente opiniones de gran fuerza, pero perniciosas para la humanidad. Hoy se contentan con repetir en sus conversaciones y en sus escritos razonamientos anticuados contra prejuicios que no existen ya. Éste de los privilegios es quizá el más peligroso de los que han aparecido sobre la tierra, el más íntimamente ligado con la organización social, el que más profundamente la corrompe y en el que hay más intereses ocupados en defenderle.”

Nuestra era es mucho mas técnica que la del Abate Sieyès.  Los críticos del sistema esgrimen argumentos económicos contundentes.  Como ejemplos podemos citar la obra de Thomas Piketty El Capital en el Siglo XXI, y el libro de Joseph Stiglitz, El Precio de la Desigualdad. En sociología el mejor análisis de cómo funciona la desigualdad se encuentra en el libro de Charles Tilly, La desigualdad perdurable.  No por casualidad Tilly era un experto en la sociedad francesa de la época revolucionaria.  Usó sus investigaciones históricas para formular una convincente teoría general de los mecanismos que producen y sostienen la desigualdad social.  Tanto Piketty como Stiglitz y Tilly argumentan que, pasado un cierto umbral, la desigualdad se vuelve hereditaria, lo que nos acerca aun mas a la situación del ancien régime.

A la ecuación mayor desigualdad=privilegio ilegítimo yo añadiría otra característica estructural de ancien régimes.  Se trata de la incapacidad de las elites de corregir o administrar las disfunciones del sistema. Hoy podemos ver cómo tanto en el nivel nacional como en el internacional las elites no pueden gobernar el dominio público (en inglés the commons). Peor aun, sus intentos de reformar el sistema frente a una crisis no hacen sino empeorarlo.

En tales circunstancias, una crisis grave, un conflicto internacional, una aguda desorganización social, o una pérdida de control unificado sobre los aparatos de poder pueden abrir las puertas a una insurrección general.  Hoy tal insurrección ya está en marcha, aunque con perfiles contradictorios y confusos que mezclan utopías futuristas con intentos reaccionarios de volver a un pasado mítico.  Los movimientos anti-globalistas y la difusión de populismos nacionalistas son los ejemplos mas vistosos.

¡Bienvenidos a los estertores del nuestro ancien régime modelo 2017!

 

Getting out of the trap abril 29, 2018

Filed under: Uncategorized — tutesanchez @ 4:15 pm

The process of concentration of decisional power, which comes hand in hand with the unbridled concentration of wealth, has taken us to an asphyxiating trap. There are submissions and dangers everywhere; perks for some and punishments for large majorities. The imposed trajectory has become social and environmentally unsustainable. Course and way of functioning must be changed for the good of the planet and humanity.

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Un hombre de bien y un malvado abril 28, 2018

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 5:15 pm

Si mi alma fuera tan despreciable como la suya, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado.

General José de San Martín sobre Bernardino Rivadavia, firmante del empréstito Baring Brothers en 1826 que se terminó de pagar 120 años después (citado por Jorge Gaggero)

 

Pasiones tristes – Baruch Spinoza

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 5:13 pm

Las pasiones tristes, como el miedo, el odio, la codicia y la crueldad disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos.

 

 

Educación pública y educación privada – Enrique Samar

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 5:11 pm

Hay una característica de la educación pública que la privada no puede alcanzar. Es la diversidad, la pluralidad de todos los que hacen la educación pública. En una educación privada, los chicos sólo tratan con sus iguales y se pierden de aprender de gente que tiene otros saberes, otras costumbres.

 

 

Facebook social responsibility by Antonio Vives

Filed under: Uncategorized — tutesanchez @ 4:15 pm

Regarding recent scandals and the search for solutions

Faced with recent scandals regarding the use of personal information about millions of Facebook users to tailor electoral propaganda in United States and to influence the vote regarding Great Britain exit from the European Union, it is worth asking which is Facebook responsibility to society and its users. In this scandal, the main user of, allegedly private, information, was the consulting firm Cambridge Analytica on behalf of clients that included people and institutions that wanted to favor one side in United States elections and in the Brexit vote (in this article, we do not analyze Cambridge Analytica irresponsibility).

Much will be argued whether what this company and Facebook did was illegal, but what is true is that it is illegitimate and very likely unethical. And here is the crux of the matter. Which is Facebook responsibility to society? Abide by the law? Last April 10th, in his testimony before United States Congress, Mark Zuckerberg, Facebook CEO and founder, apologized and acknowledged the mistakes; he said: “We did not take a broad enough vision of our responsibility and that was our big mistake.”

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La utopía del Fideicomiso Dignidad Roberto Sansón Mizrahi    abril 27, 2018

Filed under: Uncategorized — robertomizrahi @ 7:48 pm

¿Quiénes concentran riquezas y el consecuente poder decisional estarán dispuestos a ceder sus privilegios graciosamente? ¿Lo harían si entendiesen que la humanidad ha sido encajonada en un callejón sin salida de imprevisibles consecuencias? ¿Podría alguna vez primar una responsabilidad existencial alejada de la codicia sin fin, el destructivo egoísmo, el permanente maltrato al Planeta?

El mes pasado nos dirigimos a los ocho hombres cuyos patrimonios igualan el patrimonio de 3600 millones de personas del planeta preguntando si estarían abiertos a aportar una parte significativa de sus activos a un Fideicomiso Dignidad orientado a sostener la dignidad de esa enorme mayoría de la humanidad y a asegurar la preservación del planeta.

Estábamos y estamos conscientes que la probabilidad de ser escuchados es mínima o nula. ¿Dónde se ha visto que quienes concentran riquezas y el consecuente poder decisional estén dispuestos a ceder sus privilegios graciosamente? ¿Lo harían si entendiesen que la humanidad ha sido encajonada en un callejón sin salida de imprevisibles consecuencias? ¿Podría alguna vez primar una responsabilidad existencial alejada de la codicia sin fin, el destructivo egoísmo, el permanente maltrato al Planeta? Quizás ayudase si liderazgos con credibilidad convocasen a diálogos donde ésta u otras iniciativas con similares propósitos pudieran ser consideradas.

Vale explicitar que el propuesto Fideicomiso Dignidad no apunta a demoler la realidad existente sino transformarla en base a otro tipo de dinámica económica bien diferente a la que predomina en el mundo contemporáneo. Sus implicaciones serían múltiples.

Destaquemos algunos de los más significativos rasgos de la iniciativa:

  • Su propósito fundacional es defender la dignidad de la mitad más pobre de la población mundial y la preservación del planeta.
  • Esto se plantea sin destruir entramados productivos existentes sino transformando su sentido y significación a través de transferir la propiedad de activos estratégicos (acciones y títulos diversos) al Fideicomiso Dignidad. Esto ayudaría a transformar la racionalidad de maximizar el lucro sin considerar sus consecuencias sociales y ambientales que hoy guía y organiza el accionar económico.
  • Los activos transferidos al Fideicomiso Dignidad generarían un flujo permanente de recursos que se aplicarían para respaldar múltiples iniciativas específicas en apoyo a los sectores empobrecidos de la población mundial y al cuidado del planeta.
  • La estructura de propiedad y la gobernanza del Fideicomiso se establecerían de modo de asegurar la permanente vigencia del mandato por el que fuere conformado.
  • No sería necesario ni conveniente generar una burocracia administrativa ya que el cambio de orientación y funcionamiento a nivel del Fideicomiso Dignidad y de las iniciativas que se apoyarían podría lograrse con la designación de probos representantes en los Consejos Directivos de las empresas, fondos de inversión, holdings y otros activos que les fueran transferidos. Su desempeño y el de las iniciativas auspiciadas debería ser supervisado en tiempo real con un apropiado sistema de seguimiento y monitoreo.
  • Estos representantes tendrían el ineludible mandato de hacer valer los objetivos del Fideicomiso Dignidad en el funcionamiento de las entidades en cuyos Consejos Directivos participan. Es ésta una crítica función para dar paso a actores económicos de nuevo cuño, algunos novedosos en cuanto a concepción y estructuración y otros surgidos de actores existentes pero transformados sus propósitos, estructuras de propiedad y racionalidad.
  • Es que ya no resiste el mundo que la producción y la economía como un todo se organicen en función de maximizar el lucro de una exigua minoría que deviene cada vez más rentista y especulativa. Un crítico desafío de este siglo XXI es subordinar la economía al bienestar general y el cuidado del planeta y, en ese sentido, el establecimiento de un Fideicomiso Dignidad (o varios si fuera el caso) constituiría un avance significativo en esa dirección.
  • El grupo inicial de aportantes al Fideicomiso podría conformarse como Consejo Asesor para promover que se sumen otros aportantes que ellos ayudasen a movilizar.
  • Los aportantes al Fideicomiso no sólo contribuirían cediendo activos de sus patrimonios sino además con su talento, creatividad, experiencia y relaciones. No se trata de sólo canalizar recursos sino también esos otros críticos atributos y habilidades.

Este tipo de Fideicomiso con el mandato que se le asigna no agota por sí mismo la necesidad de transformar el rumbo y forma de funcionar de los países pero podría ayudar a explorar nuevos, diferentes, mucho más responsables senderos de desarrollo. Si sirviese para abrir nuevas avenidas de pensamiento y de construcción de mejores opciones, incluso alentando a que otras soluciones más sistémicas pudieran emerger, su misión se hubiese cumplido.

Ya señalamos que nunca antes Opinión Sur se había dirigido a quienes más se han favorecido con los procesos de concentración. Esta invocación a que ejerzan su plena responsabilidad con lo que sucede en el mundo hace pare de una importante aunque descuidada dimensión de las utopías referenciales que venimos planteando. Ojala aquellos que han acumulado enormes riquezas sepan actuar voluntariamente antes que forzados por la naturaleza severamente agredida y las legítimas aunque imprevisibles reacciones de los miles de millones de seres que siguen siendo victimizados económica y culturalmente.

Una reflexión final. Sería ingenuo creer que con el establecimiento de uno o varios Fideicomisos Dignidad habríamos transformado la forma concentradora de funcionar que predomina en casi todos nuestros países. Sin duda esos fideicomisos representarían avances significativos en esa dirección y tienen valor en sí mismos. Sin embargo, su aporte se agigantaría en un contexto de revisión de los mecanismos de extracción de valor que sustentan y reproducen la concentración económica, y su correlato en cuanto a concentración de las decisiones. Para lograrlo, el accionar debiera llevarse a nivel de las políticas públicas y orientarse a transformar aspectos centrales que hacen a la matriz productiva, las cadenas de valor, el sometimiento cultural, la legitimidad de quienes nos representan, la inestabilidad de los sistemas causada por el castigo a la Madre Tierra, las tremendas desigualdades, el libertinaje de la corrupción y la impunidad de los poderosos. Todas cuestiones que permean sobre valores de codicia sin fin, voracidad consumista, destructivos egoísmos, el “qué me importan los demás”. No son pocas las reflexiones sobre el fangoso sustrato del presente devenir; alientan a concebir otras formas de ser y de vivir en sociedad. Somos conscientes que podemos avanzar, sea a pasos largos o cortos. Es en ese contexto de búsqueda que se inscribe la propuesta Fideicomiso dignidad.