Un país para todos

Programar desarrollo local desde el futuro julio 28, 2008

Filed under: Desarrollo local — unpaisparatodos @ 8:52 pm

La formulación de un programa de desarrollo local suele seguir la clásica secuencia diagnóstico-visión-objetivos-metas-políticas-actividades para llegar algo exhaustos a un plan de acción. Es un proceso que no siempre justifica el tiempo y la energía que insume. ¿Habrá otras formas más efectivas de programar desarrollo local? Por ejemplo, ¿será posible desarrollar una visión, un rumbo, a partir de “hechos concretos del futuro”? ¿Podríamos comenzar y no terminar con un plan de acción que refleje un futuro “tocable”? ¿Cómo sería ese proceso? ¿Estaríamos en el umbral de un quiebre paradigmático?

Casi siempre el proceso de formular propuestas de desarrollo local comienza con un reconocimiento de los principales aspectos de la realidad, entre otros, quiénes son los actores sociales, cómo es la dotación de factores productivos, qué activos (o pasivos) institucionales existen, cuál es la historia reciente de la localidad, cual su funcionamiento político y económico, cuáles son las conexiones con el contexto nacional y externo. Con esa base de conocimientos se diagnóstica la situación de la localidad o región, explicitando consecuencias sociales, económicas y ambientales del funcionamiento local, se establecen objetivos, estrategias, políticas, programas y se llega (¡cuando se llega!) a formular -algo exhaustos- un plan de acción. Es un proceso intenso, a veces creativo otras veces plagado de lugares comunes, donde no siempre se justifica el tiempo y la energía comprometidos si se los mide en relación a la capacidad resultante de influir el curso de los acontecimientos.

En una reciente visita a Chiloé1 y sin haberlo planificado, emergió otra forma de encarar una iniciativa de desarrollo local: se planteó de entrada una propuesta muy preliminar de plan de acción y, en torno a esa improvisada propuesta, se desarrolló una muy interesante y enriquecedora conversación. En lugar de partir desde una suerte de punto cero como si no existiese ya conocimiento, preferencias, incluso sugerencias sobre el futuro deseado, se volcaron ideas y preferencias en un perfil muy borrador de plan de acción. Lo que sucedió entonces fue sorprendente: los participantes se conectaron en forma inmediata con una visión de futuro de su territorio y de su comunidad; desde allí surgieron mejores ideas, precisiones y rectificaciones en torno a lo planteado enriqueciendo fundamentos y contenidos. Al final de cada sesión quedaron preguntas y temas abiertos que incitaban a seguir pensando … y proponiendo. Ellos constituyen insumos muy valiosos que el equipo promotor de la iniciativa de desarrollo local y los grupos especializados que se conformen sabrán elaborar y devolver procesados como proyectos capaces de sustentar decisiones.

Me pareció que lo novedoso fue recoger de entrada el conocimiento, los anhelos que fluían de varias intervenciones iniciales y organizarlos como acciones posibles para construir un futuro cuyos dispersos elementos ya estaban madurando en el interior de cada participante. En lugar de plantearles un a veces largo, a veces árido proceso de formulación de una propuesta de desarrollo local que arranca del pasado, llega al presente y se asoma al final al futuro, la invitación terminó siendo la de situarse en una opción de futuro “tocable” y, desde allí, revisar el presente (condiciones, potencialidades, limitaciones, etc), adentrarse en el pasado cuando fuera necesario para comprender procesos, y poder ajustar en consecuencia el rumbo cuyos pasos iniciales eran el plan de acción que se mejoraba con cada intervención. A partir de una modesta y muy preliminar propuesta de futuro, que ulteriormente se ajustó y fortaleció al apreciarse implicaciones y riesgos, los participantes pudieron volcar sus intereses y sentires pero en torno a sugerencias de acción.

El sustento de esta serie de reuniones con diversos sectores locales fue un excelente trabajo previo realizado por el grupo promotor que supo integrar reflexiones sobre el rumbo deseado para el desarrollo del territorio (expresión del conjunto social) con anhelos sentidos pero poco explicitados de desarrollo personal de cada quien.

Un ingrediente clave fue haber podido combinar la actitud de escuchar plenamente a cada participante con la habilidad de traducir y estructurar sugerencias en programas operativos ajustados a las circunstancias del contexto local y nacional.

Este enfoque, un poco mejor trabajado y desarrollado, podría conducir a un quiebre paradigmático en cuanto a formas y lógica de programación del desarrollo local. En lugar de seguir la clásica secuencia visión-objetivos-metas-políticas-actividades-etc, la conversación podría comenzar perfilando de arranque un preliminar plan de acción sustentado en la experiencia, el conocimiento, las visiones implícitas que algunos llevan consigo sin verbalizar. Esto permite preservar la fijación del rumbo como elemento estructurador del desarrollo local sólo que superando el estadío declarativo al ofrecer, desde un comienzo, elementos concretos que permiten a la población reconocer que el plan de acción preliminar es en efecto el inicio de una trayectoria. Implica, eso sí, animarse a saltar sobre resistencias y convenciones para innovar “a cielo abierto” (se conoce el punto de partida del cambio de dirección pero no los puertos que se tocarán en la búsqueda).

Queda también lugar en el enfoque para sumar un ingrediente poco ortodoxo, casi siempre presente a pesar de los recelos que suscita: cierta intuición creadora de realidad. Con su ayuda, el ejercicio de desarrollar una visión, un rumbo, parte de considerar “hechos concretos del futuro”, flagrante contradicción para otras ópticas y lógicas.