El ajuste practicado en Europa no es producto de mentes ignorantes. Lejos de ello, son políticas dictadas para proteger privilegios asociados con la tremenda concentración que acompañó al vertiginoso proceso de globalización; concentración de una escala nunca vista y que, sin embargo, lleva en su ADN condiciones de inestabilidad sistémica. Vaya como ejemplo que las tres personas más ricas de los Estados Unidos poseen por sí solas mayor riqueza que la que, en conjunto, disponen cientos de millones de seres humanos en medio centenar de países del mundo en desarrollo.
Lo que agrava la situación es que la concentración se ha acelerado en casi todos los países del mundo a tasas alarmantes. Uno de los casos más resonantes es Gina Rinehart, magnate de la minería australiana que en un solo año, el 2011, pudo triplicar su fortuna a más de 28.000 millones de dólares y tiende a convertirse en una de las personas más ricas del mundo. Casos más conocidos son los de Carlos Slim en México con una fortuna de 69.000 millones de dólares, Bill Gates con 61.000 millones y otros multimillonarios de la India, China, Rusia, Brasil y Sudáfrica, para sólo nombrar algunos países donde la riqueza se ha concentrado peligrosamente.
El privilegio protege hoy sus intereses haciendo recaer el costo de la crisis por ellos generada sobre sectores medios y bajos. Procuran imponer a rajatabla las políticas de ajuste pero si acaso la reacción popular pudiese forzar cambios en esas políticas, igual detentan suficiente fuerza y habilidad para insertarse en nuevas medidas que busquen eventualmente relanzar el crecimiento.
El proceso de concentración no es un fenómeno natural ni inevitable sino que deriva de una específica forma de funcionar liderada por sectores del capital financiero que ha logrado imponerla como hegemónica. Este proceso de concentración, su génesis, su dinámica, sus implicaciones y consecuencias, ha sido analizado por diversos autores, incluyendo Opinión Sur, pero sus hallazgos sólo se diseminan en dosis homeopáticas ya que quienes controlan medios y editoriales se han cuidado de no darles masiva difusión.
Roberto Sansón Mizrahi
© copyright Opinión Sur, 2013
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