El ajuste salvaje que se presenta como única alternativa para encarar una crisis generada por minorías volcadas a la especulación y al privilegio es una gran mentira. Hay otras mejores opciones pero para materializarlas se requiere de una doble movilización.
Por un lado una masiva movilización social que comienza con el entendimiento de lo que sucede y sus consecuencias, lo cual posibilita organizar voluntades que luego se proyectan en la esfera política.
Por otro lado toca trabajar al interior de la propia conciencia revisando los valores que guían nuestro accionar y como ellos impactan la realidad de todos los días. La codicia, el egoísmo, el engaño, la competencia salvaje, el ninguneo de los otros, la evasión de responsabilidades, marcan a fuego la trayectoria individual y social.
No es sustentable un sistema internacional con algunos países ricos y otros miserables, ni son sustentables países donde minorías privilegiadas concentran los ingresos mientras persisten enormes sectores rezagados o excluidos. Y no es sustentable un planeta donde el exceso de unos (alrededor del 20% de la humanidad) y las necesidades no cubiertas del resto producen un deterioro ambiental de proporciones eventualmente catastróficas.
Toca reaccionar ante la hipocresía de quienes imponen decisiones para proteger sólo sus intereses. Los privilegios que obtienen enervan la posibilidad de colaboración social y global. Es crítica la determinación que puedan ejercer individuos, familias y pequeñas comunidades para encarar estas grandes transformaciones aunque cada quien puede sentir que tamaños desafíos exceden el propio espacio de actuación; que sólo podemos escoger representantes políticos apropiados y darles el mandato de transformar lo que nos agobia. Sin embargo, esto no agota nuestra responsabilidad.
Hay mucho más que podemos hacer en nuestro ámbito familiar y social. Sería terrible concluir que como siento tan insignificante el impacto de mi accionar termino haciendo nada. Estaría convalidando un orden de cosas que nos degrada, resignando la preciada búsqueda de sentido a nuestro devenir y cargando con la angustia que produce rendirnos o traicionarnos.
Roberto Sansón Mizrahi
© copyright Opinión Sur, 2013
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