Hay quienes argumentan que si las empresas mantuviesen empleos que ya no fuesen requeridos debido a cambios de circunstancias en la economía global, se introducirían graves rigideces en el mercado laboral que producirían caídas de productividad y de competitividad. Este argumento en un contexto de crisis se esgrime para no afectar (o afectar lo menos posible) a otras variables que hacen a la dinámica de funcionamiento y a la estructura de costos de una empresa y del sector público. Sin embargo, si el ajuste corporativo y de los organismos públicos priorizara otras dimensiones y variables dejando como último recurso reducir empleos, emergerían otro tipo de soluciones más sustentables y equitativas para preservar productividades y competitividad.
Por de pronto, antes de cualquier otra medida se impone analizar primero si hay márgenes para mejorar la gestión corporativa, la cual quizás en la situación de pre-crisis no requería la efectividad que el estallido impone. Las deficiencias de gestión que existiesen no debieran descargarse sobre los trabajadores sino encararse y eliminarse; es la forma más efectiva de fortalecer la competitividad y sostener mercados sin afectar empleos.
En la estructura de costos de una empresa existen diversos rubros no laborales que debieran ser pulidos antes de considerar cortar empleos. Entre otros, mejoras en la utilización de los insumos y en los sistemas de comercialización donde hay mucha tela para cortar.
También debiera revisarse el rubro ingresos de administradores y propietarios del capital, particularmente en aquellas empresas que antes de estallar la crisis hubieran acumulado considerables ganancias. Preservar el capital humano no sólo es un acto de justicia (fue un crítico factor para obtener los resultados que se acumularon), sino también constituye una forma de asegurar que ese capital esté disponible y más fogueado para cuando comience la fase de recuperación.
Lo que propone este enfoque es (i) sostener el empleo mientras se atraviesa la crisis y (ii) llegar a tiempos más calmos con todo el potencial corporativo casi intacto de modo de aprovechar las oportunidades que suelen abrirse a la salida de las crisis.
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Roberto Sansón Mizrahi
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